viernes, 28 de diciembre de 2012

Un breve adiós




En este punto me gustaría hacer un paréntesis muy breve para recordar a mi primo Santos, quien falleció por el cáncer que padecía.
¿Cuántas veces no escuchamos que alguien enviudó?, ¿cuántas veces que alguien quedó huérfano? Podemos describir, o quizás imaginar un poco el dolor de aquellos que pierden a su cónyuge o a sus padres, por eso les ponemos nombres: viudos, huérfanos… pero, al menos en mi entendimiento, no tenemos una palabra que describa el profundo dolor de un padre, una madre, al perder a su hijo. Es tan fuerte, tan triste y desolador tal sufrimiento que quizá por eso no se dice, o nadie se ha atrevido a inventarla. Nadie debería tener que vivir el fallecimiento de sus hijos.
Suelo olvidar muchos sucesos que en mi vida han pasado pero creo que nunca olvidaré la noche en que me dieron la fatal noticia del deceso de mi primo. Fue una noche muy triste, muy larga.
No me corresponde a mí hablar de ese momento, así que sólo diré que Santos fue un gran hombre, un amigo en las buenas y en las malas, un hijo muy amado y estoy seguro de que hubieras sido un gran y amoroso padre para con tu hija, primo, pero parece que te desesperaste un poco y no quisiste quedarte aquí para conocerla, y fue por eso que te fuiste al cielo, a recibirla con un beso y a enviárnosla con tu bendición.
Descansa en paz.

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